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Las relaciones tóxicas de pareja

En general se puede decir que las relaciones tóxicas de pareja son aquellas en las que se siente malestar, culpa, sensación constante de inseguridad, tristeza, sensación de no ser uno mismo, etc. También, cuando se siente miedo, desconfianza, sensación de estrés y preocupación constante por la pareja respecto a lo que va a pensar o hacer.  Aparecen sentimientos de tristeza constante y los buenos momentos son puntuales, como una “luna de miel”. Por ello, hay una constante decepción en cuanto al apoyo que el otro miembro brinda.

Relaciones tóxicas

Este tipo de relaciones no surgen de un día para otro, suelen ser relaciones que ya empezaron así, y han ido evolucionando hasta hacerse más evidente. Seguramente, al principio de la relación se pasaron cosas por alto, no se hizo caso a ciertas señales y se ignoraron con cualquier excusa.

Hay muchos tipos de relaciones tóxicas y no tienen porque implicar violencia física.

Pueden ser relaciones de grandes altos y bajos estados emocionales donde uno se engaña y cree que eso se debe a la pasión, otras donde una parte nunca asume ninguna responsabilidad de los problemas de la pareja y la coloca en el otro o donde la mentira y la desconfianza es la constante de la relación. En definitiva, todas comparten un desequilibrio donde una de las partes o ambas no están satisfechas con lo que reciben, pero aun así, siguen con la relación y no cambian nada.

Son parejas donde se está demasiado “atento” al comportamiento de la pareja, controlando los comportamientos del otro que sustenta la relación. También, existe la manipulación emocional y a veces no se ejerce de manera consciente sino que es la manera en que esa persona esta acostumbrada a relacionarse con los demás ya que, es lo que ha aprendido.

Lo tóxico puede ser también por ambas partes, es decir, no siempre hay una “víctima” y un “verdugo”. También, se refiere a parejas disfuncionales donde existe falta de respeto mutuo y ambos miembros sufren sintiendo que no son felices ni comparten apenas momentos positivos con la pareja.

Así pues, puede existir un alejamiento de los amigos de manera “sugerida” por la pareja o por decisión propia con la idea de que es “por el bien de la pareja”.

Involucrarse en estas parejas genera sentimientos de baja autoestima o creencias en torno a la idea de que nadie nos querrá. Además, creer en el “mito de la salvación/ cambio”: se tiene la idea de que si se aguanta, se mostrará la personalidad que deseamos de la pareja o que cambiará porque se dará cuenta del daño, que es solo una fase, etc.

En una pareja sana o funcional, no hay miedo, no hay angustia o decepción constante. La relación aporta bienestar a la vida. Se comparten aficiones y se mantienen límites sanos y flexibles. Se expresan emociones y deseos, y se negocian acuerdos, no se imponen por miedo a las consecuencias.

¿CÓMO SALIR DE UNA RELACIÓN TÓXICA?

Salir de una relación de este tipo no es fácil, pero se puede:

El primer paso para hacerlo es reconocer que se está viviendo este tipo de relación.

Tomar conciencia de si realmente esa persona satisface las necesidades que se tienen sobre la pareja. Si, en cierta manera, se está igual solo que estando con la pareja, referido al apoyo, complicidad que nos brinda, proyecto compartido, etc. hay que tomar una decisión.

Será un proceso difícil porque al ser una relación de estas características, ambos miembros, o uno más que otro, están realmente “enganchados” a ella.

Estar preparado para pasar momentos de ansiedad, miedo a la soledad o deseos de retomar el contacto pero hay que intentar no olvidar por qué se ha tomado esa decisión, es decir, no idealizar la relación de pareja. Hay que apoyarse en los amigos y familia para superar estos momentos, y también aprender a estar solo.

Es conveniente acudir a un psicólogo que nos ayude a ver qué parte de responsabilidad tenemos, saber el por qué de haber permanecido en la relación a pesar de no ser gratificante

 

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