La terapia de la escritura
Cómo escribir puede ser un método terapéutico
Ya en la infancia o adolescencia, y también en la época adulta, es muy frecuente escribir diarios donde expresar como se siente con lo vivido lo que suele quedar en el ámbito privado.
Actualmente, se han incorporado formas “públicas” de compartir opiniones, como son los blogs y las redes sociales. Por ello, la escritura tiene un componente terapéutico por varias razones, algunas de las cuales son:
- Ayuda a organizar los pensamientos.
- Sirve como canalizador de emociones ya que, fomenta la reflexión y la escucha a uno mismo.
- Permite el “desahogo” emocional.
- Aumenta el conocimiento de uno mismo y de los propios sentimientos.
- Puede ayudarnos a encontrar soluciones al permitirnos reflexionar sobre lo sucedido.
- Valorar también lo positivo que conseguimos o hacemos lo cual a veces pasa inadvertido y no lo valoramos.
La reflexión escrita de las emociones, sentimientos, miedos, deseos, etc. no sustituye a la comunicación cara a cara. Es decir, no se trata de elegir uno u otro sino que hay veces que algunas reflexiones prefieren guardarse para uno mismo sin ánimo de esconderlo por el simple hecho de que pertenecen a una parte íntima que todos tenemos y no necesitamos comunicar.
Desde algunas corrientes de psicología se fomenta el uso de narrativas como parte del proceso terapéutico. Cada una de ellas usa un enfoque particular, es decir, no es una terapia concreta con una determinada metodología sino que muchas orientaciones usan el lenguaje y su relación con la expresión de emociones como una herramienta más de su método terapéutico.
Un ejemplo de ello es la Psicoterapia cognitivo-narrativa de Gonçalves que entiende los trastornos psicológicos como una incapacidad del sujeto para organizar un discurso narrativo (explicación) acorde a la diversidad y potencialidad de la experiencia. Para ello, la persona lleva un diario de sus recuerdos actuales (narrativas diarias) y otro de sus experiencias biográficas.
Desde la corriente sistémica usan las Narrativas de Apego como forma de evaluar y conocer la dinámica familiar y el estilo de apego vivido, lo que influye sobre los comportamientos adultos.
Desde el psicoanálisis, la escritura y la narración son utilizadas para elaborar el material en torno a la asociación libre y la interpretación de los sueños del paciente.
Desde orientaciones como la Psicología de la Vejez, las narraciones son usadas como ejercicio de reminiscencia, lo que ayuda a cerrar una etapa de la vida. También, se usa como trabajo de estimulación cognitiva.
Otras corrientes incluyen como parte de la terapia, el que los pacientes escriban cartas. Estas cartas son dirigidas a personas con las que se tuvo un problema o mala relación en el pasado. Las cartas no se entregan, son para uno mismo y sirven para elaborar el dolor de la pérdida en torno a una relación y para reflexionar sobre cómo esa relación influye en los comportamientos actuales
Cómo enfocar la escritura terapéutica
La principal recomendación para poner en práctica la escritura terapéutica es intentar, en la medida de lo posible, no pensar en nada. Se trata de dejar fluir la mente y los pensamientos sin pensar en cómo va a quedar o si es gramaticalmente correcto.
También no pensar en que alguien lo puede leer ya que coartaría nuestra libertad de expresión por miedo a que lo escrito pudiera ser doloroso para otro o tener consecuencias negativas para uno mismo.
Es importante encontrar el momento adecuado para hacerlo. Un espacio de tiempo y lugar del día donde se esté tranquilo y con tiempo para poder estar concentrado en los propios pensamientos. De esta manera, podemos realmente liberar o hacer presentes emociones y recapacitar sobre ellas.
Si no se está habituado a compartir ni reflexionar sentimientos esta práctica puede resultar difícil al principio, pero se puede practicar.
El estar en contacto con nuestras emociones, reflexionar sobre la experiencia vivida, deseada o temida, etc. nos ayuda a conocernos mejor y a desarrollar una mayor estabilidad emocional. Además, favorece que las relaciones con los otros sean más profundas ya que somos más conscientes de cómo nos sentimos.