El estrés y la vida urbana
Numerosos estudios demuestran que la vida en las grandes ciudades se asocia con mayores niveles de estrés. De este modo, el estrés se relaciona con la sensación del individuo de que las demandas que requiere la tarea a la que se enfrenta superan sus capacidades o habilidades. También, con la sensación de estar sobrecargado y “no llegar a todo”: trabajar, cuidar de una casa (limpiar, comprar, estar pendiente del pago de facturas, etc.), hacer ejercicio, estar en contacto con familia y amigos, etc.
En las ciudades las distancias son más grandes, lo que implica invertir más tiempo en los desplazamientos, a lo que se añaden atascos o medios de transporte abarrotados.
Por otro lado, existe mayor contaminación en todos los niveles: atmosférico, acústico, lumínico, etc. Además, hay mayor sensación de inseguridad ciudadana y las demandas de los trabajos son más exigentes por lo que hay más gente y mayor competitividad, lo que aumenta la sensación de estrés.
Ello va a conlleva a no tener tiempo para cuidar nuestras relaciones personales, lo va a repercutir en la sensación de sobrecarga ya que, los momentos de relax se convierten en algo estresante.
Cierto nivel de estrés, es bueno, nos moviliza a actuar, ser ágiles y rápidos en nuestras respuestas. Pero pasado un determinado umbral y/o si es mantenido a lo largo del tiempo, pueden aparecer problemas físicos y psicológicos.
Algunas de las consecuencias del estrés pueden ser: fatiga, ansiedad, problemas gástricos o musculares, problemas de sueño, sentimientos de ánimo bajo, culpa, inutilidad.
Es importante aprender a reservar tiempo para uno mismo, ir paso a paso y priorizar las tareas que son importantes. Reflexionar sobre lo importante de la vida y ser conscientes de que se necesita descansar y tener tiempo para uno mismo.
La vida en el campo y el estrés
La vida en el medio rural suele estar asociada a menor estrés. Esto es debido a que las distancias se reducen, todo está más cerca y hay más tiempo para hacer otras actividades y disfrutar más del tiempo libre.
La calidad de vida es mayor en lo relativo a niveles de contaminación. También, el nivel de ruido y luces artificiales es menor, lo que facilita el descanso.
Además, la vida es más barata por lo que pueden disminuir las preocupaciones en torno al pago de la casa, compras, ocio, etc. Asimismo, las relaciones son más cercanas, la gente se conoce y esta mas dispuesto a ayudar.
Pero no todo es facilidad en la vida rural. El trabajo puede ser más inestable por ejemplo, si se trabaja en el campo ya que depende del clima y de las demandas del mercado. Hay menos gente y menos consumo por lo que negocios de cara al público pueden tener alguna dificultad.
Actualmente, debido a la crisis, muchas personas han elegido la opción de trasladarse al campo o a ciudades más pequeñas con la intención de encontrar la oportunidad que no han encontrado en sus ciudades de origen.
Si una persona pasa del medio urbano al medio rural notará mejoras en algunos aspectos de su vida, como las mencionadas anteriormente, pero en otras áreas puede encontrar dificultades de adaptación. Puede ver mermadas sus posibilidades de ocio o no estar cómodos con la sensación de la cercanía de la gente surgiendo el estrés cuando se está acostumbrado a un alto nivel de actividad y se pasa a tener más tiempo libre y no saber cómo gestionarlo.