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¿Cómo se hace un psicodiagnóstico?

Conocer en profundidad la estructura de personalidad de una persona

El proceso de psicodiagnóstico es incluido en multitud de enfoques u orientaciones psicológicas. Cada orientación utiliza preferentemente un tipo de pruebas y las encuadra dentro de un tipo de tratamiento, las cuales están ampliamente validadas y avaladas por la comunidad científica.

Psicodiagnóstico: como hacerlo

Antes de abordar la fase de evaluación y diagnóstico es importante realizar una adecuada historia clínica. Ello se refiere a conocer la historia del paciente, es decir, lo referente al motivo de consulta y a su historia de vida. De esta manera, se usarán las pruebas más indicadas en cada caso.

Dependiendo de la orientación del profesional al que se acuda la estructura de la entrevista puede variar. Así, unas son más directivas donde las preguntas están más marcadas y otras en cambio son menos estructuradas dejando hablar más libremente al paciente.

El psicodiagnóstico es una herramienta usada en psicología para conocer más en profundidad la estructura de personalidad del paciente. Además, se pueden poner de manifiesto los recursos de la persona y la manera que tiene de relacionarse con los demás. También, se pueden observar síntomas de ansiedad, depresivos, etc.

Otras características que se pueden observar son la flexibilidad o la rigidez de pensamiento, la extroversión o introversión, modo de vincularse en las relaciones, etc.

También, se usa para medir ciertas capacidades como pueden ser la inteligencia, la aptitud matemática o el nivel de deterioro cognitivo.

Se han creado pruebas específicas para diferentes trastornos como el Inventario de Depresión de Beck, el Cuestionario de ansiedad Estado-Rasgo (STAI) o Mini-Exámen de Cognoscitivo de Lobo (MEC)

Las pruebas también son diferentes según los modos de respuesta, de esta manera, nos encontramos con test, inventarios o escalas como las anteriormente mencionadas.  Además, hay pruebas gráficas donde el sujeto ha de dibujar como el Test de la Familia o el HTP (casa-árbol-persona). Otras pruebas consisten en presentarle un material al sujeto que ha de interpretar como el Test de Rorschach o Test de Apercepción Temática (TAT).

De este modo, hay pruebas diferentes según la edad del sujeto, es decir, se usan diferentes test para niños que para adultos. Si la prueba no tiene otra versión se utilizan baremos distintos en función de la edad de aplicación.

Ante la evaluación los pacientes pueden sentirse nerviosos o preocupados debido a que sienten que están en una situación de exámen o por temer los posibles resultados. Por ello, es importante estar tranquilo y responder sinceramente a las tareas que demande la prueba y tener en cuenta que lo reflejado no es más que personalidad del paciente. Es decir, no hay “malos o buenos” resultados sino que cada persona responde de una manera.

Tras un análisis de los resultados por parte del profesional se comunica al paciente aquello que se ha observado y que puede ser de su interés. Además, se comentan los resultados para conocer la opinión del paciente sobre si lo reflejado en las pruebas se ajusta a la idea que tiene de él mismo.

Tras estas fases, de entrevistas clínicas previas y evaluación, se inicia la fase de tratamiento propiamente dicha que es acordada entre profesional y paciente.

Algunos profesionales también pasan pruebas en momentos intermedios y/o finales del tratamiento de cara a conocer la evolución del paciente.

Los resultados ayudan al profesional a conocer mejor al paciente y de esta manera enfocar el tratamiento que más se ajuste a sus problemas y necesidades. De esta forma, el resultado de un test no hay que entenderlo de manera aislada sino en relación con su contexto y circunstancias.

Los resultados tienen sentido con la historia de vida del paciente, que es única en cada caso.

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